Andrea y Rodrigo, una pareja tan elegante como sencilla, eligieron la Hacienda Amalucan para celebrar su boda, un lugar que refleja a la perfección la esencia de ambos. Desde el primer momento, Andrea fue una novia decidida y segura de lo que quería: una boda dominada por follajes, blanco, y toques discretos de azul. Además, siguió la tendencia del momento con el uso de pampas, que aportaron un aire fresco y natural a cada rincón del evento.
Una Ceremonia Mágica en el Corazón del Bosque
La ceremonia religiosa de Andrea y Rodrigo se llevó a cabo en el corazón de la zona boscosa de la Hacienda Amalucan. Un lugar donde la naturaleza se convirtió en el principal testigo de su amor. El montaje fue sencillo pero impactante, con un pasillo de petates que se integraba perfectamente con los verdes del bosque. A cada lado, arreglos de pampas y eucalipto acompañaban a la pareja en su camino hacia el altar.
El altar, montado con muebles blancos tradicionales, contrastaba de manera hermosa con el verdor circundante. La combinación de elementos naturales y la elegancia del blanco hizo que esta ceremonia fuera tan emotiva como visualmente impresionante.
Coctel de Bienvenida: Un Escenario Imponente en las Bóvedas
Después de la ceremonia, los invitados fueron recibidos en las famosas bóvedas de la Hacienda para un coctel de bienvenida. Este espacio, con su impresionante arquitectura, es un lugar que no puedes dejar de aprovechar si decides casarte en la Hacienda Amalucan. Los muebles de parota y los detalles en blanco armonizaban perfectamente con el entorno, creando un ambiente cálido y acogedor para todos los presentes.
Recepción: Un Montaje de Ensueño Bajo las Estrellas
Para la recepción, Andrea y Rodrigo optaron por un montaje bajo una carpa negra con burbuluces, creando un ambiente mágico y romántico. El centro de atención fue un impresionante colgante de follajes voluptuosos que, junto con la iluminación, guiaba a todos al corazón de la celebración.
Uno de los elementos más originales fue la pista de baile en mosaico blanco y negro, que resaltaba entre los follajes y el escenario natural de la hacienda. Este detalle, junto con la barra de bebidas decorada con celosía y maderas, añadió un toque de sofisticación que hizo que cada rincón del lugar fuera inolvidable.
Detalles que Marcan la Diferencia
Las mesas de parota se adornaron con centros de mesa de follajes largos y rosas blancas, complementados con acentos grises y copas en tonos morado y azul. Estos pequeños toques de color rompieron la monocromía del verde y blanco, dándole un giro único y personal a la decoración.
La fiesta fue un éxito total, gracias a Japo DJ, quien se encargó de mantener a todos los invitados en la pista de baile durante toda la noche. Su habilidad para leer el ambiente y seleccionar la música perfecta garantizó que nadie quisiera sentarse ni por un momento.
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Con cariño, Alma.